sábado, 8 de diciembre de 2012

44. Destino

  Un vago presentimiento le impedía esa tarde continuar con su trabajo.
  Miró a su hijo: joven, hábil, valiente, hermoso. "Mi gloria será su gloria", se dijo para darse ánimo .
  Sabía, de alguna extraña forma, que la muerte los esperaba al final de su éxito o de su fracaso.
  Inventar un laberinto que desafiara al mundo era un ejercicio complejo, escapar del miedo o de la ingratitud del rey, aún más.
  Vio unas aves en el cielo. “¿Será una advertencia de Apolo?”, dudó. Él, superior en ingenio a todos los mortales, no merecía una muerte vulgar. Encontraría la forma de burlar a las Moiras y salvarse. Y salvarlo.
  En silencio, ahora quizá en paz consigo mismo, siguió diseñando el laberinto.







45. Intermedio

                    Puentes:




No hay comentarios:

Publicar un comentario