Emanuel no le diría la verdad. La primera vez que le habló él sintió la necesidad de mentirle, de crearse una máscara atractiva, de ser otro.
En realidad, la sinceridad no era su marca personal y ciertos problemas con su autoestima empeoraban terriblemente la situación.
Era consciente, eso sí, de que la ilusión duraría sólo un tiempo y luego, descubierta la mentira, la relación sería insalvable. A pesar de eso, o quizá por eso, se creaba máscaras cada vez más elaboradas e insostenibles.
--No sirvo para el amor- le había confesado a su hermano. Y él creía que esto era cierto.
No, no le diría la verdad. Mara era una muchacha alegre y amable, sumamente simpática. Tenía una beca para estudiar medicina. Era brillante. Emanuel había sabido de ella por una compañera de su primo. Fue amor a primera vista.
Aprendiz de geólogo, pertenecía al grupo de los estudiantes crónicos, muy de moda en aquellos años. No era ni atlético ni carismático, y su atractivo natural se centraba en sus ojos grises. Trabajaba de medio tiempo en un local de alquiler de dvd. En agosto cumpliría 36 años.
Sabía que la verdad no le ayudaría cuando ella lo miró.
Iba a mentirle, como hacía siempre, pero, por alguna razón, dudó.
--Soy Emanuel, de Geología. ¿Vos?
--Lucía- dijo ella- Tengo que irme.- agregó.
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