lunes, 14 de enero de 2013

50. Camino

"Fija en la mía tu mirada (...)
pues dan mis ojos a un paisaje interno" 
Pedroni, José: 
Deshojamiento*



  Hace calor. No llueve ni espera llover. Miro la claridad del día e intento imaginar algo distinto. Pensar en la frescura encerrada en un vaso de agua, concentrarme en el vaivén de un abanico de apuntes desechados descuidadamente improvisado. 
  Dónde debería estar si... Y un mar de puñales me aguijonea la garganta como si el mundo se hubiese impuesto a sí mismo. 
  No hay nada que decir, al respecto, que no se haya dicho.
  No es extraño que me sienta un amorfo grumo de ilusiones, fantasías y sueños, un todo de deseos irrealizables o irreconciliables conmigo, un algo que camina en el medio de la nada. 
  Mi equipaje, improvisado por la desesperación, apenas si lleva lo necesario para un viaje, que sin brújula, debo hacer para conquistarme, para vencerme, para ser.
  ¿Un viaje hacia dónde? Quizá hacia mis sueños, hacia mi intento de disfrutar del mundo, de vivir el presente.
  Nada fácil: océanos de angustia, mares de desesperación, ríos de miedos, lagos de olvido que atraviesan mi ser y siempre me han vencido.
  Los requisitos son muchos...Tener una tripulación adecuada. Saber llevar el timón, río arriba, hasta el principio. Adivinar el punto justo para abandonar la embarcación, y transitar a pie por los valles y montañas que me separan de mí, que me ocultan. Confiar en mis fuerzas, confiar en mí. Saber que lo difícil nunca es imposible, nunca mientras yo crea que no lo es. Y tener presente que cualquier grieta en mi fe, cualquier desmoronamiento de mi voluntad podría acabar con todo.
  Parecía improbable que llegara más allá. Es más, mucho tiempo me llevó ese tramo del viaje y, sin embargo, aún no estoy cerca del final ni vencí ante las peores pruebas porque  después de las montañas sobrevino el desierto, y en el desierto la fe en uno no alcanza.
  En el desierto debo servirme de lo que tengo en mi mochila. Debo sobrevivir con lo que he recolectado en la vida y en este viaje. Y debo encontrar una estrella que sea mi punto de referencia, mi guía, o me perderé irremediablemente: no será como en el océano, donde las corrientes nos arrastraban, y los animales nos orientaban, donde los mapas trazaban rutas que seguir. Aquí no hay mapas. Sólo un oasis oculto al que quiero llegar, pero a donde no sé llegar, y en ese oasis, algo...
Tengo sed, mucha sed, el calor es casi intolerable, pero camino.

Puentes:


48. La mentira inconfesable
22. Encuentro

1 comentario:

  1. Hay algo precioso aquí; Una mezcla de desesperado entusiasmo, un ultimatum para sí mismo, una oportunidad única que podría revelar los secretos más sagrados del hombre y la vida. Le leo con angustia pero con decisión, sabe que el camino es arduo y que debe recorrerse con enterza sin flaquear. Triunfará.

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