domingo, 25 de noviembre de 2012

33. La esmeralda errante (Imposibilidades I)


  Son pocos los viajeros que visitan Ügholi y no quedan extasiados por la tosca belleza de sus simetrías. Ruda y sutil, esta ciudad, ubicada a medio camino entre Moscú y Roma, fue erigida inicialmente en la incierta geografía africana y trasladada, piedra por piedra, atravesando dos océanos, hasta su ubicación actual.
  El sinuoso y complejo trazado de sus calles obedece al beato capricho andaluz de su fundador, Lee Chang Guglielmino, que, enamorado de los arabescos, quiso que el plano de su ciudad repitiese el de dichos atauriques para disfrute divino. El resultado es estremecedor. Y las vistas aéreas de la ciudad así lo confirman.
  En contraste con dicha complejidad, la ciudad está constituida, casi completamente, por edificios públicos, que recuerdan, malamente, monolitos antiguos. La escasez de ventana o adornos, su blancura imperecedera, la ausencia de árboles, completan la impresión de simplicidad que Ügholi quiere dejarle al viajero.
  En el centro de la ciudad, un espejo de agua sirve como oasis y centro comercial. En botes se desplazan los tenderos y los compradores. El ceremonial del trueque aún está allí vigente aunque los yenes son la moneda más difundida.
  Alrededor de la ciudad, blanca y perfecta, se distribuye el caserío donde habita la mayor parte de sus habitantes. El color rojo allí está prohibido pues evoca a la muerte, de ahí que los techos de las casas sean exclusivamente verdes y sus paredes, repliquen los tonos marinos.
  El visitante de Ügholi sabe que no puede dejar de lado su cocina típica a base de pulpos y mangos, así como disfrutar de los bailes y ceremonias tradicionales, en especial, el Isku, o espera del equinoccio, que se inicia cada luna nueva de noviembre y consta de complejos rituales que culminan en el equinoccio de otoño, a mediados de marzo.
  La pureza de sus fachadas, la complejidad de sus calles, su veneración por la vida y el agua hacen que los turistas sigan eligiéndola y llamando a Ügholi: la esmeralda errante.

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